jueves, 27 de agosto de 2009

Las bases para poder jugar:

En todo deporte se requiere una preparación física, en el caso de la socialización, se requiere una buena forma psíquica, haber jugado al juego de las mangueras y la pelota en nuestro propio jardín. Una vez controlado el juego (nuestros padres deben de hacer las veces de tutores y mostrarnos el ejemplo de cómo lo hacen ellos), estaremos preparados para poder compartir (que no competir) con el resto (recordamos que jugamos en nuestro jardin, no en el del vecino).
Ahora la cuestión es: ¿Hemos sido educados con la suficiente integridad estructural como para que todas las vías inteligentes aguanten la presión que supone llegar hasta lo más alto: La voluntad, en un medio social?.
La educación ideal por parte de los padres se debería centrar en hacer valorar (a niveles de conciencia) a su hijo la mayor gama posible de inteligencias que subyace en su naturaleza. En otras palabras: Aceptarse tal como la naturaleza le ha constituido y realimentar dicha naturaleza para que sea capaz de ver a los demás como se ve a él mismo, fomentando una empatía en base a los valores que permitan un avance social sano y un respeto por la integridad emocional ajena. (Una teoría de la mente capaz de ofrecer una cosmovisión sana).
En la niñez, dicen que los críos son muy crueles, y se puede decir que un grado muy alto de inteligencia, dependiendo a que cauce nos refiramos y el grado de agudeza de la conciencia, puede catalizar esa crueldad. A mayor rapidez de proceso mayor inteligencia y por lo tanto una capacidad mayor de expresión de esa propiedad cruel, paradójico ¿no?. No obstante, la crueldad es una forma de modular la inteligencia, y sabemos que el medio condiciona las respuestas que la persona puede ofrecer.

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